Gyotaku

GyotakuAhora

 

Durante sus primeros años, Delphine Simonet cuestionó de diversas maneras la noción de temporalidad a través de sus investigaciones fotográficas.

 

Hace diez años, eligió la pintura para reinterpretar sus propias fotografías. El encuentro con la materia le permite cuestionar el aspecto de lo vivo, su carácter evanescente.

 

A través de esta nueva serie, la artista va más allá de su obra pictórica y fotográfica al cuestionar el tiempo y lo vivo a través de la técnica del gyotaku.

 

Exploró esta técnica y finalmente capturó los detalles más finos reproduciendo el animal en acrílico sobre satén.

 

El espectro resultante, como una huella dactilar, reproduce fielmente su singularidad biológica.

 

Alejada del gesto y de la subjetividad del artista, es la plasticidad del espécimen la que se sitúa al nivel de una obra de arte. Delphine Simonet juega así con la dimensión temporal: al inventar los fósiles del mañana, cuestiona el futuro de las criaturas de hoy. Como los archivos de un naturalista, las piezas de raso se presentan entre dos hojas de cristal.

 

Delphine subraya así su intención: quiere protegerlos de cualquier influencia externa. Las criaturas aparecen así suspendidas en su estuche, como si flotaran en ingravidez en un elemento aislado del presente.

 

Originaria de Biarritz, Delphine Simonet vive ahora en la Reunión. Los ejemplares utilizados proceden de pequeñas pesquerías tradicionales o son facilitados por organizaciones de protección y conservación del medio ambiente.

 

Gyotaku

En japonés, “gyo” significa pez de agua dulce y “taku” significa huella.

 

Lógicamente, el gyotaku es, por tanto, el arte de reproducir una huella de pez en papel o tela.

 

Originalmente, esta técnica fue creada por los pescadores para inmortalizar sus capturas y tener una prueba de su pesca para mostrarla a sus colegas en una época en la que la fotografía aún estaba en pañales. De hecho, los primeros ejemplos de los que se tiene constancia datan de la era Edo y datan de 1862.

 

La técnica original consistía en cubrir el pez con tinta china y aplicar papel japonés, para luego frotarlo con la mano antes de despegarlo para revelar la impresión.

 

Hoy en día existen técnicas más sofisticadas, como la impresión sobre otros materiales como la seda o la adición de colores.

 

El uso de tinta de alta calidad y de un sustrato extremadamente fino es necesario para resaltar todos los detalles con precisión.

 

Este arte se sigue practicando en Japón y en otros lugares.